¿Qué película veo? Hoy, La Cortina de Humo.

No tengo que esforzarme mucho para vender esta película. Tres palabras: DeNiro y Hoffman. ¡Tachaaaaaaan!

1997. Barry Levinson (grandes obras como Rain Man o Sleepers) decide llamar a Robert DeNiro y Dustin Hoffman -dos actores que conoce muy bien- y proponerles que junto con Anne Heche (re-make de Psicosis, peliculón, ¡ja!) se hagan cargo de este lío político y cinematográfico.

La trama es atrevida, descabellada y enrevesada. El presidente de los Estados Unidos de América ha sido... bueno... se ha visto envuelto en una situación comprometida con una chica con la que no debería haber estado y claro, a pocos días de las elecciones eso podría arruinar su renovación en el liderazgo del país. Pero Conrad Brean (DeNiro), encargado de la campaña del presidente, tiene la solución: llamará al mejor director de cine sensacionalista que conoce, Stanley Motss (Dustin) y le hará un lavado de cara al Presidente a costa de mentiras, montajes e incluso amenazas de guerra.

A Stanley la idea no parece convencerle al principio. Escucha a DeNiro en su carísimo sillón y asiente con desdén, pero la mágica palabra resuena en boca del testarudo director de campaña: fama. Ha tocado su punto débil. Hoffman se levanta entusiasmado, comienza a hacer planes y lo organiza todo... y es por el ansia de decirle al mundo que está a punto de realizar el mayor engaño a gran escala de la historia... pero Conrad lo para en seco: nadie puede saber que es un engaño. Si no resulta creíble, el Presidente no podrá ser admirado y adorado y, por tanto, reelegido. A regañadientes, Motss comienza una historia sobre cómo un pequeño país de Europa está comenzando una guerra a escondidas del mundo y cómo el grandioso Presidente de los E.E.U.U. está haciendo todo lo que está en su mano desinteresadamente por dicho país. (Atentos al cameo de Kirsten Dunst en un falso vídeo sobre atentados).

Sin embargo, a medida que avanza la película se complica la grabación del documental. Las alertas de guerra no han sido identificada por los servicios de inteligencia del país y muchos comienzan a sospechar. Además, a Stanley le puede cada vez más el deseo de contarle al mundo que él es artífice del timo del siglo... ¿Qué pasará?

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La fuerza de la película reside en su satírico tono de humor para tratar un tema tan serio como la guerra. Paralelamente tenemos también una vívida representación del desarrollo de los efectos especiales en la época (90 y pocos) y el impacto que provocaban en el espectador primerizo. Esto es manifestado en la farsa de la guerra Albanesa y cómo introducen un falso fondo de escombros, bombas y hasta gatitos; todo orientado a conmover al espectador y potencial votante del presidente.

No nos preparemos para una película sobresaliente en todo ámbito; no es su pretensión. Todo el espacio es llenado por los dos actores principales, quienes no necesitan complementos para hacerse notar. Básicamente podríamos ponerlos en un fondo blanco, sin música y con la cámara de una blackberry y seguirían impactando al público.

Por tanto, el resto de características técnicas - o al menos las que sé apreciar - no son especialmente destacables. Pero el director sabe guiar a los brillantes actores y sabe hacer amena la cinta sin necesidad de incidir en una gran banda sonora o unos impactantes cambios de planos.

El desarrollo es lineal, fiel a la trama principal en todo momento, la cual nunca perdemos de vista. Quizás peque (para algunos) de larga, pero a mí personalmente se me pasó volando. Mención especial al final: tajante y visceral; y por otra parte, concluyente.

En conclusión, es una película protagonizada por dos de los monstruos del cine, guiados con mucho acierto a lo largo de un filme que, aunque a primeras descabellado, se va haciendo realista a ojos del espectador.