El señor de los lobos (Heather Graham)

Título: El señor de los lobos.

Título original: Lord of the wolves.

Autor/a: Heather Graham.

Saga: Vikingos McAuliffe (3 de 3).

Editorial: Colección Cisne. 

Traducción: Paloma Ovejero.

Año: 1996 (1993).

Páginas: 457.

ISBN: 8401513510.

Precio: ---

¿Dónde puedo conseguirlo?: Ni idea. Lo tengo porque fue un regalo.

Sinopsis: En el siglo IX Melisande, una indómita condesa gala, debe contraer matrimonio por razones políticas con Conar MacAuliffe, un vikingo llegado de Escocia y conocido como Señor de los Lobos. Melisande siente de inmediato una irresistible atracción por el apuesto escocés, pero fiel a su natural rebeldía se muestra esquiva y distante. Sin embargo, cuando Conar parte hacia la guerra, la añoranza se adueña de ella. Más tarde las adversidades y un enemigo común unirán para siempre a los esposos.


Muchas veces me pregunto por qué sigo leyendo este tipo de basura. Con Encadenada por amor lo tuve fácil: mi abuela se moría. Necesitaba evadirme, no pensar. Un libro demasiado trascendental me habría hecho darle vueltas a la historia. Un libro sobre amoríos fáciles y una línea argumental de la complejidad de un chupete, no. Fue por eso por lo que lo cogí, y así pasé la noche de Nochebuena, ahogando mis penas entre las páginas de Patricia Grasso. Así que, al terminar El temor de un hombre sabio, buscaba una sensación parecida, simplemente porque el libro me había llenado tanto que necesitaba asimilarlo.

Desgraciadamente, El señor de los lobos no me ha servido en absoluto en mi propósito.

Pero esto es un punto positivo para el libro, o al menos eso creo. La historia que nos trae Heather Graham ha resultado ser más completa y compleja de lo que estoy acostumbrada a ver en este tipo de obras. La línea argumental se mueve, da saltos en el tiempo. Los escenarios cambian; según he leído por ahí, el ambiente histórico está bien reflejado. El problema se basa en que yo no quería nada de esto.

Los personajes, eso sí, son prácticamente igual de planos e idiotas que en resto de entregas del estilo. Melisande es ridículamente estúpida y antipática, y, aunque ella piensa blanco, dice negro, y es para pegarle dos hostias. Conar es el que me parecía que tenía cabeza de los dos. Se comporta como el marido frustrado que es, pero no esconde nada. Lo que ves es lo que hay, y es sincero con ella cada vez que se le presenta la ocasión. Del resto no hablo, porque no dan para mucho. Sí he de nombrar la curiosidad de ver nombres que salen en Canción de hielo y fuego, como la propia Melisande o su enemigo, el rey Geoffrey.

Pero estamos en una novela romántica, y encontraremos los típicos falos y el polvo de turno. Las escenas de sexo no faltan, y, si bien están tan ridículamente descritas (como es lo habitual), al menos se entremezclan como pueden con un poco de complejidad estructural.

Vamos, que si lo que buscas es leer sin pensar, no te vale. Pero si este tipo de libros te va y quieres mirarte algo distinto, creo que has de darle una oportunidad a Heather Graham.