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24/4/13

¿Qué película veo? Hoy, Thirteen.


Sin mayor intención que animar a aquellos indecisos que dudan sobre qué película ver, o quieren la opinión de terceros, vengo a diseccionar un poco una película diferente dentro de un tema muy masticado: adolescentes y drogas.


En 2003 se pudo disfrutar en cines americanos de este drama social protagonizado por Evan Rachel Wood (a la que luego veríamos junto a Marilyn Manson y... poco más) y Nikki Reed, quien interpreta a una atípica reina de un instituto sureño. Holly Hunter, como Melanie, madre de Tracy (Evan), fue incluso nominada al Óscar por su interpretación en la película. 


Metámonos en el ajo; ¿de qué se trata esta película? Thirteen es, como ya he dicho, un drama social.
Tracy es una chica de trece años que centra toda su energía en sus estudios para no pensar en la situación que vive en su casa: sus padres están separados; su padre está rehaciendo su vida con otra familia lejos del hogar y apenas tienen dinero para costearse algún capricho. Todo ello la lleva a automutilarse como vía de escape. Así que no es de extrañar que esta impresionable chica quede obnubilada por la más popular del instituto. Eve Zamora es todo lo que cualquiera querría ser: preciosa, con estilo, amigas e infinidad de chicos suspirando por sus huesos. Pero ésa es sólo una de sus facetas; además es una chica caprichosa que trapichea con drogas para poder comprar todo lo que se le antoje, es mentirosa y victimista. Pero Tracy no descubre esto hasta que es demasiado tarde, hasta que está demasiado metida en su vida y se encuentra a sí misma habiendo traicionado todo a lo que le era leal en la vida, incluyendo su madre. Cuando al fin se da cuenta del pozo en el que se ha metido, Tracy decide abandonar a a Eve y empezar de nuevo, pero ésta no va a ponérselo tan fácil; piensa desvelar todos sus secretos y dejar a Tracy totalmente desamparada.

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Puede que esto no os convenza lo suficiente como para pensar que, efectivamente, es una película distinta a las demás, dado que prácticamente no toca nada que no hayan ahondado cientos de largometrajes con anterioridad. Lo que realmente le da personalidad al filme es su reparto. Los personajes son tan reales que puedes tocarlos. La dureza del ambiente se palpa, la desesperación se hace patente y en muchas ocasiones sientes que quieres tirarte de los pelos de mera impotencia. Esto, combinado con un espectacular juego de luces, hacen que cada fotograma de Thirteen sea una delicia. Los tonos azules nunca dejan de estar patentes, y en ciertas ocasiones un tenue amarillo se deja asomar, dejando dicha combinación con una mezcla de tristeza y angustia constante. Eso sí, al personaje de Reed siempre le acompaña un tono rojo... ¿por qué será?

A medida que avanza la película vemos cómo la estrecha relación madre e hija de las protagonistas se resquebraja por todas partes por culpa de la señorita Zamora. Su frustración por su ausencia de madre hace que busque dicha figura desesperadamente, y Holly Hunter interpreta a una paciente, comprensiva e incansable madre, lo que la hace perfecta para el papel. Sin embargo, esta madre carga no sólo con el inexplicable cambio de su hija, sino también con su divorcio y su nuevo novio, un ex-drogadicto al que su hija no está dispuesta a aceptar. Para colmo, súmale amigos gorrones que se instalan en casa sin contribuir en lo más mínimo. Eso tensaría los nervios de cualquiera, y Melanie siente que está llegando a su límite. Es con ella con quien más empatizamos, pues nosotros, al verlo todo desde fuera, sabemos la injusticia que está sufriendo y no podemos hacer nada por evitarlo. 

El desarrollo se porta con el espectador, ya que no le hace esperar. Si uno siente que se cansa con las tonterías de una adolescente, que no se preocupe, al instante se crea otra situación que hará que ponga una mueca de incredulidad y desesperación. ¿Creíamos que los adolescentes eran inocentes? Siempre pueden sorprendernos. Y los altibajos son prácticamente inexistentes, sólo cuando el director considera que hay que ahondar un poco más en los conflictos internos y dejar un poco de lado la juerga extrema de nuestras protagonistas. Drogas, alcohol, chantaje, traumas infantiles... todos los temas se tocan sin protección, sin embudo, con la crudeza y la realidad que necesitan. 

Para concluir, añadiría una mención al final de la película, que es tan simple y necesario como un soplo de aire fresco en un día muy, muy acalorado.

Sin duda, recomendable para todo aquel que quiera ver lo mismo desde otro punto de vista.

1 comentario:

  1. Me pasaste esta entrada en su día, y no te la comenté porque esta película me trae muchos recuerdos, y muy reguleros.

    Dejando a un lado que Evan Rachel Wood me despierta cierta aversión con la que tengo que lidiar, el caso es que esta película le encantaba a una chica que era amiga mía en el instituto cuando yo tenía 12 años, y la chica en cuestión encaja perfectamente con la descripción que has dado de la Zamora.
    Va a parecer una chorrada, pero aunque yo no tenga nada que ver con Tracy, también bebí los vientos por esta chica en su día y esta película digamos que me trae recuerdos agridulces.

    No obstante, después de leer lo que has escrito, la pienso ver.

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