¿Qué película veo? Hoy, RocknRolla.

El cine negro siempre es una alternativa interesante. Os presento una película que cuenta con extraña naturalidad el día a día de pillos, ladronzuelos, extorsionadores y hasta mafiosos rusos. ¿Alguien da más?

El título solo ya plantea una incógnita. ¿Qué es un RocknRolla? Ah, pero Guy Ritchie (Lock & Stock, Snatch y Sherlock Holmes), director y guionista del largometarje, nos responderá antes de que podamos pestañear, y, sin darnos cuenta, estaremos sumidos en las vidas de Uno Dos, Archy, Murmullos y Bob, el guapo.

Con una espectacular entrada, buena música y caras conocidas como la de Gerard Butler, Tom Wilkinson o Tom Hardy, se nos introduce esta variopinta cinta sobre el lado más oscuro de los negocios. La premisa es simple: un par de amigos, Uno Dos (Butler) y Murmullos (Idris Elba) quieren comprar un terreno y necesitan una licencia de obra. Al rescate aparece Tom Wilkinson en la piel de un magnate de las transacciones inmobiliarias encubiertas, quien les asegura que podrá conseguirla, pues tiene comiendo de la mano a todos los peces gordos de la ciudad. Pero la cosa se tuerce y nuestros dos amigos acaban debiéndole una pasta gansa a Lenny por una licencia que nunca llegó a sus manos, y eso significa estar hundidos hasta el cuello en el fango.

Pero eso no es todo. Nadie se salva de tener problemas en esta película, y pronto vamos a descubrir que nuestro Lenny tiene más de los que puede ocultar. Ha cerrado un trato con un hombre ruso que, pese a no imponer demasiado, es más peligroso de lo que aparenta. Pero Wilkinson cree que puede sacarle dinero fácil al ruso, y no es el único. La propia contable de Víctor, el mafioso, está planeando dar un golpe y sacarle todo lo que pueda; sólo necesita a par de desesperados que harían lo que fuera por el dinero, hasta ensuciarse las manos... y no creo que a Uno Dos y Murmullos les importe un poco de tierra y sangre entre los dedos.

Y de repente... ¡todo es un lío! Cuadros desaparecidos, muertos no tan muertos, traiciones, Mark Strong y el más inesperado de los homosexuales... 

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Pero la sucesión de los acontecimientos es atropellada por necesidad, no por error del director. Éste tiene muy en mente cuánto nos quiere enseñar en cada escena, y sabe que babearemos por la siguiente. Cuando nos sentimos abrumados por tantas sub-tramas, mete un par de chistes, una dosis de humor y al ruedo de nuevo. 

Una característica de Ritchie son las escenas breves y tajantes. Sobre todo porque suele contar lo mismo desde varias perspectivas. Acostúmbrate al ritmo frenético y te enamorarás. El filme no peca de exceso, como ha podido suceder en antecesoras de la misma temática, que alargan una historia que podría haber sido acortada con mejor resultado. Tampoco de frívolo, porque el humor no se introduce forzado en situaciones inverosímiles, sino que con delicadeza se muestra para que el espectador lo acoja.

Oh, y tiene broches personales del director que son su seña, como ciertos planos lejanos que muestran la escena completa durante un largo rato -escenario incluido-, así como cámaras que se centran mucho en las expresiones de los personajes en situaciones de sorpresa, miedo, dudas, mentiras... y muchos cabreos de Tom Wilkinson.

Quizás RocknRolla no destaque por su guion, escenarios o efectos especiales, pero sí deja un sabor de boca que satisface y se hace amena y entretenida. Además, posee una interesante banda sonora, algo reiterativa pero suficiente, pues no busca obnubilar, sino acompañar a las escenas y matizarlas.

En definitiva, no es una película de Óscar, pero es una muy buena opción para disfrutar de un pintoresco grupo de personas y las hilarantes situaciones a las que se ve expuesto.